Poder compartir nuestros sentimientos y vivencias con personas que hayan pasado por la desagradable experiencia de perder un hijo o una hija.
Crear un grupo en el cual poder confiar para recibir consuelo en los momentos de desánimo.
Ayudar a otras personas a aceptar y superar las circunstancias vividas, especialmente a las que lo han sufrido recientemente.
Poner en marcha iniciativas surgidas del propio grupo, para el bien del mismo y de las personas más vulnerables.
Ofrecer o derivar hacia un apoyo profesional (tratamiento psicològico, orientación pastoral, etc) en caso que la situación lo requiera y nuestros colaboradores lo soliciten.
Dar testimonio de cómo Jesús devuelve la ilusión y la esperanza a nuestra vida; cumpliendo Su Propósito perfecto en nosotros.