¿Cómo consolar en la aflicción?

13.05.2010 21:13

Estoy convencido que cada persona ha tenido que enfrentar en algún momento de su vida una situación que le ha “descolocado”, por ejemplo, observar una situación de desespero en alguien frente a la cual te sientes bloqueado.  No sabes reaccionar y, cuando lo haces, el dilema es: ¿Qué hacer? ¿Qué decir? ¿Cuándo?.

En muchas ocasiones la frustración es mayor al observar lo inoportunas de nuestras palabras y, en un examen de autocrítica nos damos cuenta que hubiera sido mejor callar…..o decir otra cosa…… aunque ya es tarde para reaccionar……..

 

Pero…¡hay que reaccionar! porque nos vamos a seguir encontrando con personas necesitadas de consuelo, por desgracia cada vez más, y aunque a veces un abrazo puede ser el mejor consuelo hemos de prepararnos para hablar lo que conviene y en su justo momento. ¿Quién puede enseñarlos con acierto a perfeccionar este “arte”?

 

Leemos en la Biblia lo siguiente: ¡Qué grato es hallar la respuesta apropiada, y aún más cuando es oportuna! (Proverbios 15:23).

 

Nadie como Jesús supo hablar palabras apropiadas y en su justo momento. Un ejemplo lo encontramos cuando Él se hallaba en la cruz  rodeado de multitud de personas, entre las que se encontraba María, su madre. ¿Qué pasaría por la mente de aquella santa mujer?

.

Pienso que no hay dolor que desgarre más el corazón de una madre que ver a un hijo morir, y, si además se trata de una muerte injusta el dolor debe ser aterrador, y a pesar de ello esa mujer no se movió de la cruz hasta que Jesús exclamó: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”.

 

Pero antes de llegar ese momento Jesús observó a María entre aquella apretada multitud y tuvo unas palabras para ella. Junto a María se encontraba Juan el discípulo amado.

Jesús sabía que esa mujer iba a necesitar consuelo, mucho consuelo, y amor, mucho amor. Le dijo: “Mujer, he ahí tu hijo” y a Juan dijo: “He ahí tu madre”.  Desde aquél momento el discípulo la recibió en su casa.

María, aquella mujer que guardaba todas las cosas en su corazón sin duda se acordaría de las palabras de Simeón cuando José y ella presentaron a Jesús en el templo. Aquél hombre le dijo entre otras cosas: “…y una espada traspasará tu misma alma…”, y ahora, en la cruz se está cumpliendo esta profecía.

La mujer más privilegiada de este mundo tiene que sufrir uno de los dolores más terribles, ver morir a su hijo….y sin poder hacer nada…

Y Jesús, aunque era el Hijo de Dios, consciente del cuidado y la ternura que recibió en aquél hogar de Nazaret, viendo el corazón quebrantado de su madre y conociendo su necesidad la encomienda al discípulo del amor, Juan. ¿Quién sería la persona más apropiada para protegerla? Sabemos que María tenía otros hijos, no obstante Jesús la coloca bajo la protección de Juan, el discípulo que ha comprendido como ningún otro el amor del Maestro. ¡Cuán pocas palabras pero, qué consoladoras!

 

Frente a pérdidas irreparables y, aunque te sientas abatido  no te desesperes, seguro que Dios ha colocado algunas personas cerca de ti para darte amor y protección, para hacerte sentir que no estás sólo. ¡Abre tus ojos y agárrate a esos recursos que Dios te ofrece a través de  personas adecuadas, porque lo ha hecho con toda la intención de consolarte!

 

Y, sobre todo, mira a Jesús, mira a la cruz y piensa que El sufrió injustamente lo que nosotros jamás llegaremos a sufrir y lo hizo por amor, nos amó tanto que no evitó aquella muerte en la Cruz para que todos los que se acerquen con fe hasta Él, arrepentidos de sus pecados, puedan recibir su perdón, consuelo, paz, salvación y vida eterna.   

                                                                                                                 José Suárez

—————

Volver