Elisa

Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados,
y yo os haré descansar.

(Mateo 11:28)


¡Hola! Me llamo Elisa. Tengo tres hijos: dos están aquí, en este mundo; y una preciosa niña, llamada Natalia, que está en el cielo. Hace unos cuantos años Natalia se levantó una mañana con los piececitos hinchados. La llevamos al médico y nos mandaron al hospital para hacerle algunas pruebas. Salió con el diagnóstico de “síndrome nefrítico”, y se quedó hospitalizada. Los médicos dijeron que no era nada grave: unos brotes como si fueran anginas, sin más importancia. La niña retenía líquido porque perdía proteínas a través de la orina. No sabemos por qué, pero en dos meses la niña murió.


Cuando tienes un golpe de estas características no hay nada en este mundo, tan lleno de tantas cosas, que pueda transmitir consuelo y paz en tu vida para poder seguir adelante. Fueron tiempos difíciles, y nada de lo que tenías te servía para poder consolarte. No entiendes nada y culpabilizas todo lo que tienes alrededor…Vives como si la vida ya no tuviera sentido. Pero el mundo no para, y sigue sus funciones como si nada hubiera ocurrido.
Un día vino alguien a casa ofreciendo su consuelo y su paz. Nos dijo que él, a pesar de su situación -que no era nada buena-, era feliz porque tenía un Dios que estaba cerca de él, dándole sosiego y ánimo para seguir adelante con gozo y empuje. Él quería transmitirme toda la ayuda que había recibido. Nos presentó a Jesús, que vino a este mundo, que se hizo hombre y sufrió penalidades; para que nosotros pudiésemos ser rescatados y salvados de nuestros pecados. Porque Él, Jesús, los cargó en la cruz por nosotros.


Cuando yo comprendí la invitación de Jesús que nos dice: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”; comenzó un proceso para que mi familia y yo misma pudiéramos comprenderlo y aceptarlo. Quiero decir que nuestras vidas cambiaron. Nos dio un nuevo empuje, un nuevo deseo de seguir adelante para poder llevar a otros lo que nosotros hemos encontrado; especialmente, a otros padres que están pasando por este calvario. A ellos decirles que, cuando tenemos una fe no puesta en algo que se ve; sino en un Dios Todopoderoso, un Dios cercano a nuestras necesidades, un Dios que nos ayuda a pasar acompañados y consolados a través del valle de lágrimas,…¡somos nuevas personas y tenemos paz, gozo y vida para poder compartir!


Le doy la gloria a Dios, y le pido que nos ayude a ser de ayuda a otros. ¡Ánimo! ¡Para Dios no hay nada imposible!


Elisa